El hechizo ucraniano

El hechizo ucraniano

Hace unos días descubrí por puritita casualidad, o más bien, para ser exacto, gracias al algoritmo de YouTube, un ensamble simplemente espectacular. En la miniatura de las recomendaciones seleccionadas (cual sibarita) vi de reojo un nombre complicado de pronunciar y más raro aún, la vestimenta de los músicos. Entonces, mi curiosidad (que es patológica) no pudo esperar y sin chistar, le di click al vídeo. A continuación, se podrían deducir tres conclusiones: Que no me gustara, que me encantara o que me diera igual. Pero ninguna de las tres ocurrió: Me alucinaron. Tan así, que todos los días al preparar mi desayuno reproduzco el video y mientras engullo lo preparado, lo vuelvo a ver.

DakhaBrakha, es un cuarteto ucraniano conformado por tres mujeres y un hombre. Un violoncello, percusiones, acordeón, una flauta y sus voces son suficientes para volarte la cabeza con su maravillosa música. ¿Hablo ucraniano? Claro que no, no entiendo absolutamente nada de lo que dicen sus canciones y a la vez, entiendo todo. Me hacen entender todo lo que suena.

¿Cómo es que lo hacen? Tengo varias teorías acerca de eso. La primera es que hacen música sin pretensiones de ningún tipo, de la manera más natural y juguetona; y esto tiene que ver mucho a que nacieron en contacto cercano con la naturaleza. Hay canciones en las que con sus voces imitan de manera prodigiosa el canto de pájaros y algunos sonidos de otros animales. La segunda, es que tienen una formación teatral, ya que estuvieron en una compañía de teatro experimental como músicos acompañantes. Es muy posible que gracias a esas experiencias, conozcan perfectamente el dominio del escenario y cómo captar o cautivar a su audiencia. La tercera razón, es su fuerte conexión e influencia con la música folclórica de su país. Ahí radica gran parte de su singular encanto ya que, por tradición, los músicos que se dedican a interpretar la música de origen, no pretenden ningún tipo de reconocimiento ni encajar en una moda particular. Lo hacen principalmente por conservar sus tradiciones.

Pero DakhaBrakha, está muy lejos de ser sólo un ensamble de corte folclórico. Han ido más allá de sus tradiciones. Ya que han sabido combinar, de manera muy inteligente, músicas ajenas a su cultura: rap, hip hop, rhythm and blues, folk estadounidense, música programática a la R. Sakamoto, pop , ritmos africanos, y seguramente, un montón de influencias más. Juegan de manera prolija con toda esa información musical y nos hacen una entrega digna de admirar. DakhaBrakha, es sin duda, una joya muy difícil de encontrar en este mundo lleno de música al servicio del mercado y las tendencias.

Dejémonos pues, llevar por sus cantos que embelesan al oído y llegan hasta el hueso sin ningún reparo. Dejémonos llevar por el sonido que generan a través de sus instrumentos y por instantes nos hacen pensar cómo los crean. Dejémonos llevar por la magia que tienen entre ellas al tocar: sus risas, sus miradas, sus silencios, su idioma, y por sus vestimentas tan pintorescas. Dejémonos llevar por la manera tan extraña pero única, que tiene la cellista al ejecutar su instrumento (intervenido con curiosas formas geométricas de colores varios). En fin, dejémonos llevar por lo más importante: su música.

Recomiendo ampliamente tres materiales audiovisuales que circulan en YouTube: su sesión en vivo en NPR Music Tiny Desk Concert y dos más en Live on KEXP. Simplemente fabulosas, no se van a arrepentir.

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sobre el autor

Javier Arroyo

Nacido en la Ciudad de Puebla (1987). Es músico, compositor, narrador, cronista y poeta. Actualmente colabora en varios proyectos musicales, como miembro de la banda de rock: Sal de Gusano, su proyecto solista. Colaborador en Yo no me llamo Josué, un proyecto a dueto con el compositor Alejandro González “Borre”. También se encuentra escribiendo su primera novela, así como un libro de poemas. Se autodefine como curioso patológico y su deporte favorito es caminar.

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