My Beatiful Dark Twisted Fantasy: Re interpretando El Apocalipsis

My Beatiful Dark Twisted Fantasy: Re interpretando El Apocalipsis

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Aquí,  ocho años después del inicio de un viaje que surcaría entre el cielo y el suelo, dejando un caos de esquizofrenia detrás de él.

 

Pero la destrozó

El  originario de Atlanta entendió que la única forma de contrarrestar una muerte es resucitando. Tras el exilio autoimpuesto, Kanye asesinó su imagen juvenil de superestrella en ascenso para convertirse en una bestia del haute couture y del ego desenfrenado. Tomando todo riesgo posible, decidió asumir las fuerzas que le quedaban para escalar el precipicio junto a un combo titánico de talentos que venían de todas partes, de todas las épocas. El resultado: una orquesta ultrasónica narrando cómo el mundo llega a su fin entre demonios hedonistas y homenajes al exceso.

Definir MyBeautifulDarkTwistedFantasy como un disco de Hip Hop sería menospreciar la riqueza evolutiva de su propuesta sonora. La inclusión de productores del tamaño de RZA, Mike Dean o Jeff Bhasker  ayudó a la gestión de tracks cargados de instrumentación orquestal, procesadores de voz y beatsagresivos. El mismo Yeezy aporta en este departamento con un detalle que  definiría la potencia de toda la obra: los samples setenteros provenientes de canciones como 21st Century Shoized Man, de King Crimson, o Will You Love Me Tomorrow?, de Smookey Robinson,  para canciones que aspiran germinar desde la nostalgia.

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El disco es una declaración desde el principio. En la voz de Nicki Minaj,  una reversión  del poema Cinderella,  escrito por Roald Dhals a manera de introducción para el infierno pop que se avecina. DarkFantasy establece la lírica casi vomitiva que ha de perdurar a lo largo de la placa, con Kanye rapeando sobre la reivindicación artística y una pérdida que está dispuesto a superar. Y, por supuesto, las referencias no son limitadas: gracias a la deconstrucción sustantiva y su consecuente uso en juegos de palabras, West destaza los nombres de Kings OfLeon y Luis XVI para declararse el rey de la industria.

Para una propuesta que no escatimó en recursos tecnológicos ni humanos, administrar los esfuerzos creativos de los colaboradores resultaba trascendental; sin embargo, contrario a lo que se pudiese esperar, dicha labor no sucedió en función de ceder ante el peso de la individualidades, sino todo lo contrario. La ingeniería de audio empleada en cortes como POWER o AllOfTheLights tiene todos los requerimientos para compararse con las 16 consolas utilizadas en DarkSideOfThe Moon o con las grabaciones multi-instrumentales del Sgt’ Peppers, lo que permitió que artistas del peso de Elton John, Drake, Rihanna, La Roux, Alicia Keys, Bon Iver y John Legend pudiesen desarrollarse de forma simultánea.

La incapacidad de West para encontrar un locutor que estuviese a la altura de sus necesidades lo llevó a tomar la decisión de encontrar esa voz a partir de todas las voces. Es en la curva ascendente que va desde POWER hasta AllOfTheLights, donde la producción decide establecer el primer clímax emocional; Kanye crea la sensación de una sola pieza en tres actos cuando habla de forma contundente sobre el peso de ser una celebridad y las acciones necesarias para mantener ese nivel, siendo generoso respecto a la participación de sus músicos invitados, en el afán de usar las canciones como confesionarios.

El álbum entra a su faceta más oscura, convirtiéndose en un vestigio de la autodestrucción que apresó a Yeezy  y los colaboradores  en este segmento.  Si las canciones previas hablan del empoderamiento y los beneficios que vienen con la fama, So Apealled y Monster retratan la frustración de un artista que a pesar del reconocimiento público, no puede evitar que el mundo se caiga a pedazos. Construidas en la paranoia, la aparición de raperos en estado puro  propone un juego lírico violento y pesimista que navega por el racismo, las crisis económicas, los excesos y -evidentemente- la muerte. De entre la trifulca protagonizada por Jay-Z, Rick Ross, Pusha-T, Swizz y ThePrynce, sobresale la aportación definitiva de Nicki Minaj en un verso icónico que terminaría por catapultar su carrera.

Irreprochablemente,  la variedad de temáticas en MBDTF es una de sus cualidades más celebradas. Al entender que las relaciones interpersonales son el núcleo de la sociedad, Kanye retoma su ruptura con Amber Rose para hablar del amor y,  cómo este, nos lleva a los puntos más radicales del comportamiento humano.

La arquitectura musical de Devil In A New Dress y Hell Of A Life es por demás ecléctica.  Aludiendo a una combinación entre el Hip Hop, el EDM y el Hard Rock, la mano de Bink  construye una atmósfera para las confesiones sexuales de Kanye,  en contraposición de su religiosidad explicita, dándose el lujo de ceder protagonismo a una respuesta idílica en el solo de guitarra de Mike Dean.

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‘’No more drugs for me, pussy and religion is all I need

One day I’m gon’ marry a porn star

We’ll have a big-ass crib and a long yard

We’ll have a mansion and some fly maids”

 

Ambos cortes lo convierten en juez y profeta de su propio destino emocional, cuando dos años después termina por relacionarse con Kim Kardashian, personalité escandalizada hasta el cansancio por motivos sexuales.

Curiosamente, entre todo el pomposo grupo de colaboradores, la cúspide del álbum llega con Kanye West en total uso de sus capacidades, acompañado únicamente – y de manera parcial-  por Pusha T. Runaway, la canción más onírica de MBDTF,  pone a Yeezy como director de orquesta tanto en la voz como en las consolas.   Un concepto aparentemente simple;  el piano;  cada capa de violines; las distorsiones melódicas;  percusiones minimalistas y un hombre que intenta salvar al amor de su vida, son los componentes ideales de una  oda a los romances destinados al fracaso. No conforme con la carga emocional de los primeros seis minutos, nos sumerge en un balbuceo atascado de auto-tune que sueña con una conclusión donde la soledad no sea la única salida.

 

El disco culmina con una sensación ambivalente de desesperanza personal que pretende convertirse en motivación para pelear por algo más que mujeres y dinero: el arte, la sociedad y el mundo mismo. Con John Legend y Bon Iver como coprotagonistas del desenlace, BlameGame y Lost In TheWorld suponen una especie de carnaval para todos los demonios de Kanye West. Luego de todos los sentimientos expuestos a lo largo de MBDTF, el rapero se cuestiona si vale la pena mantener un mundo tan defectuoso en lugar de derrumbarlo y construir uno diferente.

Con esquinas rítmicas evidentes, las percusiones electrónicas y un acercamiento distorsionado a la música dance acompañan el vaivén de un coro que nunca termina de establecerse por completo,  solo para que en el caso de ambas canciones  sus conclusiones lleguen de la mano de íconos de la cultura afroamericana: el comediante Chris Rock, con una llamada parodia de una novia que lo abandona por el mismísimo Kanye, y el poeta spoken-word Gill Scott-Heron con una nueva versión de su texto Comment #1 en forma de discurso, donde demanda por un cambio en la idiosincrasia de la sociedad norteamericana en medio de un contexto complejo y desfavorecedor.

Lo último que se escucha son aplausos… Probablemente del mismo Kanye hacia el  disco que acababa de crear.

El tiempo determinó que MBDTF marcaba el inicio de una trilogía casi involuntaria,  formada por la minimalista y salvaje descripción del purgatorio a través de Yeezus y su respectiva conclusión en el soul futurista de TheLifeOf Pablo. Discos que funcionarían de escaparate para artistas que ahora son señalados como el presente y futuro de la música: Frank Ocean, Kendrick Lamar, SZA, Beyonce, entre otros.

Con MyBeautifulDarkTwistedFantasy, Kanye West rompe definitivamente el estigma del rap y el hip hop como géneros marginados,  para elevarlos al estatus de arte contemporáneo, iniciando una época prolífica para la cultura afroamericana popular.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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sobre el autor

Ernesto Cruz Yañez

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