Tranquilino

Tranquilino

En los últimos días a Tranquilino —un viejo mal humorado, que habita en alguna parte de este muladar— lo cogió un viento que se le amarró entre las costillas y que desde entonces le hacía andar con el cuerpo encorvado. Quién podría pensar que después de tantos años habría de terminar siendo un viejo tan desagradable: casi calvo, sin muelas, de mal aliento, con problemas de incontinencia. Que era como tener huecos en las entrañas y, ahora, acongojado. Ni en sus mejores años Tranquilino había pensado que la vida lo dejaría encartado con tanto dolor, que terminaría viviendo entre la unión de tres caminos que no conducían a ningún lado. Tranquilino nunca pensó que los días de su vejez se le irían en esperar que pasara la muerte a llevárselo, pero sí creía, que esa suerte no vendría, porque la muerte no llega tan lejos. En los últimos días, aquel viento le había desacomodado tanto los afectos que el cuerpo se le empezó a inflar, los cachetes se le inflamaron tanto que ya no podía mostrar sus encías para refunfuñar por el comején que se le comía la casa. Todo en su vida parecía una desgracia, una repetición de hechos desagradables, como la vez que se le murió el ganado, como cuando se perdieron los marranos o la vez que los vientos de octubre abrieron el gallinero y las bestias salieron despavoridas. Antes de suceder, lo predijo: el pueblo debía huir de su desgracia y muchos años después, con la vida desacomodada en todos sus sentidos, fue capaz de comprender que tanta desdicha se vino de los montes cuando Tranquilino llegó vestido de militante con la frustración de diez hombres que habían perdido la revolución.

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sobre el autor

Ataly Rosse

Ataly Rosse. Bogotá, Colombia. 1998. Estudiante de Creación Literaria de la Universidad Central, Publicó su primer libro titulado Preludio en el 2017. Ha sido merecedora de otros reconocimientos de diversos programas culturales y otras publicaciones compartidas. En su camino de formación ha buscado generar una necesidad de creación frente a sus afines generacionales y ampliar su público lector a cualquier persona que sienta un interés en retratar y reconocer la aparente sencillez de la vida.

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