FisuraOasis en territorio de trance
Reseña del álbum Llana: The Creator de Mdou Moctar
Desde mi punto de vista, un niño que crece bajo la formación paterna y la sonoridad de los requintos de los héroes de la guitarra de los años sesenta, como Jimi Hendrix, Jimmy Page y Eric Clapton, no puede ser un criminal, sino más bien, una Estrella del Rock. Mdou Moctar ha reinventado la guitarra psicodélica, en lo que se ha convertido el álbum de rock del siglo XXI, por mucho, por excelencia. Desde la perspectiva de ese niño, crecer en un pequeño pueblo, en el centro de la República del Níger, es estar alejado de todo y muy cerca del Sahara, donde las armas son más populares que las guitarras; Mdou Moctar ha dicho al respecto que: “No sé qué sea el Rock exactamente. No tengo la menor idea. Sólo sé jugar, jugar es mi estilo”. Y ese estilo, ese juego, ha engendrado un nuevo sonido en la guitarra, la Guitarra Tuareg (Tuareg: pueblo bereber de tradición nómada del desierto del Sahara), que se desliza, como riff caliente en una música sahariana que proporciona agua a todos los sedientos. La guitarra de Mdou Moctar es un oasis en territorio de trance.
Después de un encuentro casual con el ingeniero Chris Koltay (‘War On Drugs’), erigieron un estudio de Detroit, forjaron una banda para los en vivo y la llamaron Ilana (The Creador). Esa banda incluía a Ahmoudou Madassane (‘Sahel Sounds’), conocido por su extrema meditación, y con quien ya habían compuesto esa banda sonora (teñida con ácido del Sahara occidental) de Zerzura, en 2018 (donde el mismo Madassane fungió como guionista). Las actuaciones en vivo de Mdou Moctar son fuego sobre el desierto; eso se refleja en Llana: The Creator, grabaciones de guitarra sobre grabaciones de guitarra en sendas capas de requintos y riffs, una locura total de calientes ritmos grabados desde el Níger. Sí, ha nacido un clásico moderno.
En casa, Mdou Moctar sólo es un músico dotado, un freak y un guitarrista versátil de bodas. Nadie es profeta en su propia tierra. Escribe canciones con influencias que incluyen diversas proyecciones, desde las más personales hasta aquellas pesadillas conferidas por el desierto, la guerra y el hambre; con los ritmos de una Takamba en drogas y la técnica de hocicar la guitarra de Eddie Van Halen, que aprendió en los videos de YouTube.
