Las posibilidades del fuego: un Slam con Sekta Core

Las posibilidades del fuego: un Slam con Sekta Core

Hombro contra hombro, codo contra codo.

Hay algo atrayente en esas fricciones. Algo que hace que el choque de dos pares de brazos sea una mecha que en menos de un minuto puede alcanzar treinta pares en la misma flama: hombro contra hombro, codo contra codo.

A veces varía: hombro contra codo, codo contra hombro. Pero aquí el orden de los factores no altera el producto. La lumbre es la misma: contagiosa, incesante, salvaje.

Hoy, el fuego abigarrado sucede en un segundo piso de un bar inscrito en Nezahualcóyotl. Y los que lo provocan son tipos de rostros duros y tatuajes en los brazos que llevan 25 años con un culto incendiario: Sekta Core.

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Apuntes sobre sucesos previos al acto estelar

El volumen exageradamente alto no es sinónimo de potencia; más que “elevar los ánimos”, causa desagrado.

En media hora un lugar puede pasar de estar casi vacío a “prometer una noche fregona”. En menos de una rola una banda puede hacer que el público elija salir a tomar un respiro.

La gente que llega antes de que abran las puertas lo hace por 3 razones: para chelear en la banqueta y entrar entonada al evento; para conseguir la foto con alguien de la banda estelar; y por desconocimiento de máxima que reza: “A la hora que cite el show, siempre empieza 1 hora después”.

Toda cerveza de media que sobrepasa los $35 es un exceso.

¿Por qué los guitarristas no afinan antes de subirse al escenario? ¿Se consigue mejor afinación cuando todos miran como batallan con las cuerdas?

Hay una fijación de los bateristas: tirar platillazos sin ton ni son durante el lapso para conectar los instrumentos.

Los puestos de comida que se ponen afuera de los foros son garantía de buen sazón.

La primera y única regla del manual para bandas de ska -que no existe pero debería- es: no uses SKA como prefijo o sufijo en el nombre de tu grupo.

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Primero, hay que olvidarse de la existencia de las coderas, rodilleras, cascos y cualquier aditamento protector de manufactura plástica. También se recomienda dejar de lado la sensación de dolor que, cual mascotas de Pávlov, desde una edad temprana remarcan nuestros progenitores con constantes pellizcos en los brazos.

Aquí su álbum completo:

Una vez que todo mecanismo de protección y sensibilidad doliente ha ido evadido, se recomienda poner el cuerpo en posición vertical y empezar a dar brincos que no sobrepasen los 10 centímetros. Es el calentamiento. Desde esta parte es ideal que haya música para acompasar los movimientos, de preferencia una estridente que en un contexto nocturno provoque reclamos de los vecinos o asuste a los gatos.

Luego hay que buscar un cómplice, de preferencia un desconocido con la capacidad de percibir e interiorizar la dinámica: hombro contra hombro y codo contra codo. Y sus variantes: codo contra hombro y hombro contra codo.  Los más versados suelen añadir la espalda alta.

Por lo regular –y por salud– esta actividad no se unifica en cuestión de género: las mujeres la ejercen con mayor fuerza.

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Sekta Core

La primera proeza de Sekta es lograr que sus 9 integrantes se posicionen en un escenario apto para 5 músicos.

La segunda proeza de Sekta es conseguir que, sin ellos de por medio, decenas se coloquen frente al escenario; el hecho de saber que son los siguientes convoca hasta al tipo que se pasó las horas previas de espera con un gesto de tedio.

La tercera proeza de Sekta es que estar mal sea el mejor arranque. Y que todos lo acepten (¡menos yo!).

La cuarta proeza de Sekta es su carácter periférico: he visto a las mejores bandas de mi generación batallar para llenar un foro en Atizapán, Tultepec o Chalco, pero Sekta… con los ojos cerrados.

La quinta proeza de Sekta es la transgeneracionalidad: padres que crecieron con el demo “Una noche en la colonia” traen a sus hijos para hacer los coros de “También de dolor se baila”.

La sexta proeza de Sekta es la superposición: cuando todos pensaron que sin Cotardo, vocal fundador del grupo, se volverían añicos, el grupo resurgió y ha hecho que la discusión respecto al ex frontman quede solo en comentarios de Youtube.

La séptima proeza de Sekta es el convencimiento: lo tuyo puede ser Camilo VII, Maná o Caló, y aun así te van a dar ganas de aventarte al Slam con cualquiera del Morbo´s Club.

La octava proeza de Sekta es familiar: más allá del slogan que manejan – Skacore Familia -, hay una sensación de afinidad entre la banda y sus seguidores; fuera del escenario los integrantes conviven efusivamente con sus fans, quienes a su vez realizan actos sorprendentes – “Vengo desde Atizapán para verlos (en Neza)” o “Ahorre la quincena para caer con mi chica al show” – en pos de sus referentes musicales.

La novena proeza de Sekta es el Slam: el hombro contra hombro y codo contra codo en su máxima expresión.

La décima proeza de Sekta es el aguante: 25 años de un culto incendiario que sigue ganando adeptos.

Lo malo de Sekta: no se responsabilizan por las luxaciones en los hombros.

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sobre el autor

Yair Hernández

Yair Hernández Cárdenas (Ciudad de México, 1994) es estudiante de la escuela de periodismo Carlos Septién García. Colabora en Nexos, Noisey (VICE) y Yaconic. Fue gestor del colectivo musical Aquí No Hubo Escena.

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