El narco de narcos y el desabasto de gasolina
Escribo esto desde una ciudad donde, ante la falta de certeza, la gente recurre a las compras de pánico y a filas de horas para adquirir el preciado jugo de dinosaurio refinado.
Si usted ya vio la serie Narcos de Netflix en su última temporada sabrá perfectamente que el epicentro de esa actividad a finales de la década de los 70 y principios de los 80 era la perla tapatía (Guadalajara), primordialmente en dos hoteles que tenía el líder de aquel gran cártel.
Uno de sus miembros compró hacia finales de la década de los 70, quinientas hectáreas en la reserva boscosa del poblado de Ahuisculco, en el municipio de Tala, Jalisco, los pobladores sólo conocían al propietario como un tal Don Pedro, con el tiempo supieron que Don Pedro era el personaje que se enamoró de la hija del secretario de educación, Rafael Caro Quintero.
Don Pedro empleó en diversas actividades a los pobladores de la zona, hasta su captura en 1985, con la posterior fragmentación de aquella organización, estos terrenos quedaron bajo el mando del cártel de Sinaloa, quién fue cediendo el control de estos terrenos, a sus distintos socios, en distintas épocas y todavía la actual.
Hasta aquí una historia de bienes raíces, la diferencia es que por estos terrenos pasa el poliducto Salamanca, que abastece de combustibles a la capital jalisciense. Por si no lo sabe, porque no es políticamente correcto decirlo, la gasolina además de venderse como “guachicol”; puede reemplazar al éter en la elaboración de distintas drogas, ya Colombia luchó con el problema del robo de combustibles en la primera década de este siglo, pues para producir en aquel país un kilo de cocaína, son necesarios 40 litros de combustible.
Es decir que Don Pedro y sus herederos tuvieron todo este tiempo la fuente del “guachicoleo” en sus propios terrenos. Hasta el día de ayer se habían encontrado en Jalisco 14 tomas en el poliducto, la mayoría de ellas en los municipios de Tlajomulco y Tala, anímese a buscar en un mapa la ubicación del mencionado pueblo, lo más escandaloso es que la antigüedad de los ductos ronda los treinta años, saque cuentas, o Don Pedro sabía dónde pondrían los ductos, o pusieron los ductos en los terrenos de Don Pedro.
Hay que reconocerle al presidente su intención de luchar contra un negocio de al menos 40 años. ¿La estrategia fue la correcta? Quizás, pero parece mal implementada. Sólo el tiempo lo dirá, por lo pronto a esperar que se normalice.