25 años sin Kurt
Se ha escrito todo sobre Kurt Cobain, su imagen, sus letras, su música, su muerte, e incluso sobre su vida privada, de todo eso de lo que trató de alejarse el chico melancólico de Seattle; se ha pepenado en su corazón y en sus entrañas, en sus diarios, en los secretos de sus canciones, su botiquín de medicina y sus cajas de cereales; se ha boicoteado su “imagen publica” tanto, que debería darnos vergüenza, ¿es eso lo que quería Kurt? Vamos, nos dejó un par de canciones excelsas, presentaciones que rozaron la perfección y verdaderos himnos de rebeldía, apologías a las drogas y al suicidio ¿por qué deberíamos escarbar en su placard de agonías? Yo no me uno a eso, tampoco le rindo tributo, lo dejo descansar apaciblemente. Quizá ya no quede nada de él, eso está bien para los gusanos, como para la prensa, y posiblemente sea lo mejor. Los escritores son unos animales carroñeros que terminarán comiéndose la verdadera esencia del artista, la reducirán en jugos gástricos y mierda, yo no voy a ser parte de ello, pero sí que le debo un par de cosas al autor de la generación adolescente.
Le debo el conocimiento de un funeral en los primeros años de mi vida, le debo la poesía y los jeans rasgados, todos los suéteres de segunda mano, el peroxido, los lentes y los rasgueos furiosos de guitarra, todos esos riffs desaforados; le debo, por sobre todas las cosas, el que me haya presentado a quien sí es un verdadero maestro para mí, un gurú del corazón, las religiones y las drogas: Daniel Johnston.
Desde aquel verano del 93, cuando lo vi con aquella playera blanca con la portada del ‘Hi, How Are You: The Unfinished Album’, el sexto álbum de cassette (auto-editado) de Johnston, grabado en septiembre de 1983. Desde ese momento, no pude desprenderme de él, ¿por qué Kurt no se quitaba nunca esa playera? ¿Qué había en Daniel Johnston que no tuvieran los Pixies? ¿Quién era ese tipo tímido que vivía en la casa de sus padres en Waller, Texas y que dibujaba ojos sin corneas? ‘Hi, How Are You‘ es indiscutiblemente su álbum más popular, el mismo Johnston afirma que estaba en medio de un colapso nervioso durante esa grabación, misma que ocurrió en su garaje; él llama a este material como su “álbum inacabado”, uno de los más sonoros en su haber, puesto que los casettes anteriores se concentraban exclusivamente en temas de piano o de cuerda, este “álbum” mezcla ambos enfoques, junto con experimentaciones en cintas y collages de ruido; destacan “Poor You”, “I Picture Myself with a Guitar” y “Nervous Love”. Deberle eso a Kurt, no es poca cosa, ustedes dirán.
Tampoco desdeño a quien me presentó a Daniel… Kurt me enseñó lo que es el verdadero dolor, la verdadera entrega, ya sé, ustedes me disculparán, pero yo aprecio a Nirvana por una sola canción, los cuatro minutos con sus cincuenta segundos más honestos del grunge, ejecutados por guitarrazos y golpes posesos a la batería en el ‘MTV Live and Loud’ de 1993, un año antes de la muerte de Kurt, cuando todo se desfragmentába y se necesitaban más cucharadas de Quik de fresa para soportar el sufrimiento, la verdadera letra del Grunge no la escribió Eddie Vedder, sino Cobain. Un cántico a la entrega, para abrir los brazos y la entrepierna, pero no, no es un himno homóerotico, es como ya lo dije, una canción de liquidación, un poema a la confidencia absoluta: “Rape me, / rape me my friend / Rape me, rape me again / I’m not the only one”.
Cumpliría cincuenta años este 20 de febrero, Kurt Donald Cobain es el llamado iniciador del Grunge, nació en 1967 en Hoquian, Washington. Se suicidó el 5 de abril de 1994, justo cuando moría Alain Daniélou. se fue, pero me dejó a Daniel, y yo como él, aún vivo pensionado por mis padres en un oscuro garaje, entre diarios y cigarrillos, cantándole a la confianza y al desamor. Una vez más, gracias, Kurt, por la recomendación.