¿Quién es más lelo, tu o Marcelo?

¿Quién es más lelo, tu o Marcelo?

Finalmente, los tapados digo, corcholatas han empezado su contienda en pos de la bendición imperial-divina en la carrera por la regencia del pueblo bueno y sabio. Sobra decir que, durante décadas, el ministerio de nuestro faraón ha pasado por una gran cantidad de acólitos que lo asisten con el único objetivo de que la población lo mame, digo lo ame, y se convierta en su guía única.

Entre los que más destacan está el Ex-Secretario de Relaciones Exteriores, por el inusual talento de hacer argumentos coherentes y entender artimañas neoliberales como las matemáticas y las consecuencias. Sin embargo, esto no parece ser suficiente para ganar el favor total de los altos cielos; exempli gratia el que su pecado original —que sus “competencias” sean percibidas como mayores que su fidelidad absoluta —ha sido una piedra en el zapato durante años en la carrera política del ahora precandidato a virrey. Esto ha abierto las puertas a otros más ratas digo, dignos, como puede ser el paisano con que están agusto, César Augusto, o Claudia la princesa de los trenes, o al que de plano no quieren aunque les salga hasta en el cereal, Ricardo Monreal.

Siendo Marcelo percibido durante años como una voz conciliadora y capaz entre sus adversarios externos y correligionarios, era lógico que fuera una carta fuerte para llegar al poder durante el largo camino en la oposición, durante el cual fue operador y apóstol, no importando escándalos, inmensidad de muertos y caprichos, se mantuvo fiel a La Verdad del Único.

En esos años en que se consolidaba la presencia de Marcelo en el escenario nacional y se dio la oportunidad de aspirar a una candidatura sólida, fue cuando se le hizo la promesa, (de acuerdo a los testigos): él sería el siguiente en la línea de sucesión si tenía Fe en el Eterno (candidato)…. Pasaron los años y escándalos y muertos y exilios y robos y más muertos hasta que se materializó la oportunidad nuevamente, con lo que no contaba, era el ascenso de otros, a los que se había endulzado con promesas similares.

Ahora que es clara la sucesión por dígito celeste, podemos hacer algunas preguntas, (al menos yo puedo, por mi naturaleza hereje, ustedes obviamente no) ¿Se honrará el pacto entre lo Alto y Marcelo? Porque, después de todo; ¿Quién no puede confiar en un ser que se auto percibe a la vez omnisciente y todopoderoso, pero eterna y frágil víctima indefensa de los cuestionadores mercenarios y sus números? ¿Cuándo se ha visto que alguien con poder total falte a sus promesas? ¿Desgarrará sus vestiduras como Ricardo Monreal antes que levantar su mano contra Él?

Aquí también hay algo que debemos entender antes de preguntarnos antes de que se concrete cualquier milagro ¿Cuál es el parámetro a elegir entre un conjunto tan homogéneo en su capacidad de succión? Deberían ser dos cosas, pero sólo será una: La principal, cual es el personaje que más sumisión absoluta rinda a lo Alto; y la que no se tomaría en cuenta por la infalibilidad total del Ajedrecista: cual es el candidato con más posibilidad de ganar, sin contar el atascadero de fraude que ya han hecho a la mala.

Y es aquí donde el sr de los cachetes pierde la partida, su mala costumbre del pasado de responder con coherencia, o la reciente de moderar ante la comunidad internacional las incuestionables sentencias de su jefe, lo han hecho parecer engañoso ante su propio movimiento, es decir, una persona que remotamente hace su trabajo como prioridad en vez de dedicarla a la eterna alabanza y succión.

Para terminar y, aún más importante ¿Es Marcelo la opción mesurada que las personas creen? ¿Es la voz del progreso y la mesura entre los suyos? ¿Es la Ivanka de su Trump? Cabe reflexionar si debemos pensar que alguien, que, aunque capaz, demuestre ser fácilmente dúctil a caprichos, si sus decisiones están tiznadas de vasallaje y estupidez totalitaria, si podemos decir que alguien que confía en una promesa sin valor durante todo este tiempo es capaz de decir la verdad él mismo. Si es estúpido creer en lo que dice; Si estoy yo más lelo que Marcelo. Del robo y lo muertos hablaremos después.

Sólo con ver como están las cosas y lo que ya ha sucedido con otros de los candidatos podemos meditar: ¿Aceptará el empujón, puntapié y olvido otra vez? ¿Desafiará a Su Señor aliándose con sus adversarios al ver la promesa del Eterno rota? Y en la división del voto del cisma, la única esperanza.

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Leocadio Martínez

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