Diez preguntas para Armando Palomas
Armando Palomas, el cantautor folk-rockero más singular e independiente de México, está cumpliendo tres décadas de carrera y celebrándolas con conciertos en diversas partes del país. Controvertido, sin pelos en la lengua, tan sutil como destemplado, tan profundo como divertidamente sarcástico, con una obra mayúscula que abarca una enorme cantidad de discos grabados en estudio y en concierto (27 para ser exactos), el músico hidrocálido responde diez preguntas en exclusiva para Juguete Rabioso.
Después de 30 años de carrera, ¿qué esperas de la música?
Nunca espero nada, sólo soy un ente que se deja llevar por el instinto y así pasa con mi vida. Respecto a la música, pues se seguirá creando; siempre habrá una propuesta nueva, aunque dudo que sea innovadora. Creo que todo está ya hecho, únicamente se transforma y lo que es cierto es que las personas, las nuevas generaciones, tienen un chip diferente, perciben diferente y todo es desechable, incluyendo a la música, por supuesto. Así que de la música solo espero que no se deje de hacer y no terminemos tarareando comerciales.
Y después de 30 años de carrera, ¿qué esperas de la vida?
Como te decía anteriormente, nunca espero nada, pero en este caso específico, solamente espero que la vida me dé otros 34 años. No me da miedo la muerte, me da miedo morirme sin haber grabado mi última canción.
¿Cómo va tu proyecto del disco de duetos?
Va lento pero seguro. Mi agenda y la de todos los invitados han provocado que esto se esté postergando. El proyecto es muy ambicioso, ya que pretendo grabar cinco discos y cada uno tiene un carácter diferente. El proyecto va muy bien, el proceso de grabación ha sido muy divertido y emotivo, pues todos los invitados quieren aportar en la cuestión de los arreglos y sugieren cosas (algunas muy descabelladas, por cierto). Eso enriquece totalmente la obra, pero sí, es algo sumamente pesado. Ahí va todo, aunque este trabajo en especial tiene un proceso y un tiempo diferente a los demás.
¿Qué es lo mejor y qué es lo peor que te ha pasado dentro del mundo de la música?
Lo peor se reduce a un accidente en el que casi pierdo la vida y después que el destino me dio para ganarle la batalla a un traumatismo craneoencefálico severo, un pulmón ponchado por cuatros costillas rotas, un problema cervical y varias fracturas en el brazo izquierdo, lo peor fue cuando el doctor me dijo que ya no podría cantar ni tocar la guitarra en toda mi vida. Lo mejor llegó cuando pude retomar mí pasión y regresar a los escenarios, a grabar discos, a escribir canciones, ya que lo mejor de lo mejor es que nunca me he sentido en un trabajo; tengo la fortuna de que me paguen por hacer lo que me gusta: viajo, toco, canto y tengo la fiesta, los motivos y el tiempo suficiente para poder seguir creando. Por eso pido 34 años más.
¿Ya escribiste tu mejor canción?
La mejor canción será la última. Reitero que ojalá y falten quince abriles, quince otoños y cuatro primaveras.
¿Qué le dirías a Juan Cirerol si te lo encontrarás esta noche en un bar?
Le diría que el tiempo me dio la razón, que únicamente los más pendejos se matan y se entierran solos, que las drogas no son para todos, que el harakiri no es un sushi, que me dejara solo porque yo no bebo con imbéciles y que este lugar era un bar no una taquería.
¿Se acabó el rock en el mundo o sólo anda escondido tras los rincones temeroso de que alguien lo vea?
El rock es eterno, siempre estará ahí, en los corazones de las groupies, en las botellas, en los hoteles, en el toque clandestino, en las manos de un convicto, en los besos, en las ganas de coger de las colegialas, en la rebeldía, en el arte de hacerte pedazos y salir bien librado, en la poesía que escupe y ríe en las canas de los adolescentes viejos. El rock está en la guitarra chorreada de cerveza, el rock está en todas partes, el problema es que a nadie le interesa saber dónde habita. El rock de estos tiempos ya lo venden en el OXXO.
¿Qué es para ti Aguascalientes?
Aguascalientes es mi guarida, mi paz, mi sanatorio Esperanza, una musa importante, mi Catrina, mi atardecer del Cerro del Muerto, mis tres amigos, mi soledad eterna, pero también es el bar al que nunca asistiría porque escupo y me vomito en su doble moral. Soy un hidrocálido que tuvo que exiliarse para no crecer enano.
¿Todo lo que necesitamos es amor?
Necesitamos comida, condones, huevos, lentes, máquinas de escribir, doctores, agua, sed, ganas de coger, fuego para arder, analgésicos, café, diazepán, ganas de dormir, velas, mascotas, teléfonos, un estéreo Fisher de los ochenta, turistas, un pasaporte, popotes, llaves, radio AM, libros, falditas a cuadros de colegiala, cucharas, tarjetas, copas de vino, besos y un poco de amor e internet, con eso sería suficiente.
¿Tu música está en su cuarta transformación?
Está en la transformación número 27 (tengo la misma cantidad de discos). Constantemente estoy en un proceso de cambio. Soy la culpa y mañana seré el padre del arrepentimiento. Soy una barra de plastilina en las manos de un niño de siete años que no conoce los celulares o las tablets. A mi edad ya puedo escribir canciones de amor y una de ellas tendría como título “Soy chairo pero me gusta lo fifí”.