Los premios a las arte, al estilo Miami
La primera ceremonia de entrega de los Premios Ellie a las Artes Visuales, en el Museo Bass de Miami Beach, reunió a una gran cantidad de artistas y empezó con la irrupción de la “5 Star Brass Band”, que marchó entre el público tocando melodías típicas de los desfiles y los entierros de Nueva Orleáns.
Esta es la primera vez que se conceden estos premios, cuyo nombre es un homenaje a Ellie Schneiderman, la mujer que en 1984, cuando nadie apostaba un peso por Miami, transformó varios edificios abandonados en la hoy glamorosa calle peatonal de Lincoln Road, para crear estudios para artistas. El lugar se convirtió con los años en un pequeño templo del arte, llamado Art Center/South Florida, que ofreció no solo estudios sino un importante escaparate a la obra de cientos de artistas.
Durante la ceremonia, a la que asistieron algo más de cien personas el 24 de octubre en el Museo Bass, Edouard Duval-Carrié estaba visiblemente emocionado. No era para menos, ya que obtuvo el premio principal, de un total de 44 premios, que tenían un valor conjunto de casi medio millón de dólares.
“Estaba buscando un lugar del que formar parte, y eso es lo que me ofreció el Art Center: una conexión con los artistas de la ciudad, y contactos con galerías y museos”, manifestó Duval-Carrié durante la aceptación del Premio Michael Richards, dotado con 75,000 dólares. Este premio lleva el nombre del artista de origen jamaiquino que tuvo un estudio en el Art Center y que murió en 2001 durante el ataque al World Trade Center.
Pintor y escultor conocido por sus exploraciones de las múltiples culturas del Caribe, Duval-Carrié encontró en Miami un refugio y una parte de sus raíces, después de haber vivido en París, Montreal o Nueva York. De hecho, considera esta ciudad como una extensión del Caribe, cuyas costas de manglares y pantanos ha pintado en numerosas ocasiones. El artista, que tiene un estudio en el barrio conocido como Little Haiti, reconoció también en su discurso a Charo Oquet, artista dominicana que le instó hace 24 años a quedarse en Miami, y la cual ha sido seleccionada para participar en la Bienal de La Habana de 2019.
Una obra en la que cabe todo el Caribe
La obra de Duval-Carrié mezcla la historia, la magia, la fantasía y la erudición. Algunos de sus cuadros más clásicos son representaciones de figuras haitianas míticas, como sirenas o el Barón Samedí, esa “loa” o espíritu del vudú, reconocible por su sombrero de copa y sus negras gafas de sol.
Otros son retratos de personajes históricos, como Toussaint L’Ouverture, líder de la revolución haitiana, o como su penetrante interpretación, en una gran exposición, del “El reino de este mundo”, novela fundacional del escritor cubano Alejo Carpentier que mezcló por primera vez la historia de Haití con la tradición afroantillana, protagonizada tanto por espíritus como por hombres.
De hecho, en la serie titulada “Migraciones del espíritu”, no son los hombres sino los dioses del vudú quienes emigran de Haití en pequeños botes, y desembarcan, como cualquier balsero, en las costas de La Florida. La ironía de Duval-Carrié se aprecia en esa visión de los espíritus haitianos, hacinados en un bote, que se intuye huyen de su país desesperados por la corrupción y la violencia, como tantos otros inmigrantes.
Bugs Bunny, Mickey y Minnie Mouse, Míster Potato Head, Batman y Colón son algunos de los personajes en "El desembarco, al estilo de Bierstad" (2013), obra que muestra el lado irónico del artista haitiano
Años después, en una extraordinaria exposición titulada “Imagined Landscapes” (Paisajes imaginados) en el Pérez Art Museum de Miami, el artista reinterpretó cuadros clásicos de los pintores europeos y americanos que pintaron el Caribe en siglos pasados.
En un lienzo titulado “After Bierstad The Landing”, Duval-Carrié utiliza el contexto del “Desembarco de Colón” de Alfred Bierstad. En su obra, sin embargo, llegan al nuevo mundo en la pequeña lancha una serie de personajes, entre cómicos y risibles, que incluyen a Bugs Bunny, Mickey y Minnie Mouse, Míster Potato Head, Batman o Cristobal Colón, mientras una fragata de guerra observa amenazante el desembarco.
Si la ironía es obvia, tanto de la visión pictórica colonial de Bierstad que alaba la gesta de Colón como de los primeros inmigrantes a las Américas, la ejecución del cuadro es una maravilla de técnica pictórica, y un estudio histórico, geográfico y botánico del Caribe, todo ello espolvoreado de purpurina plateada que brilla y contrasta con el azul oscuro del paisaje de la noche tropical.
En cuanto a los premios, no parece arriesgado decir que fue un acierto que esta ciudad playera dedicada al turismo en cuerpo y alma empiece a considerar seriamente a sus artistas, algo que no ha hecho nunca en toda su historia. Actualmente, hay cientos de artistas provenientes de todos los países imaginables que conforman eso que a los americanos les gusta llamar el “melting pot”, si bien los precios de la vivienda los están empujando a áreas cada vez más remotas.
De hecho, más de 500 artistas concursaron por los premios, según dijo el presidente del Art Center, Dennis Scholl, que otorgaron becas de entre 2,500 y 15,000 dólares a maestros y artistas que presentaron proyectos a los Premios Ellie.
Una enigmática figura brilla en primer plano de "Paisaje lunar, al estilo de Heade", de Duval-Carrié
Un edificio singular
El marco de la ceremonia de premiación fue también una buena elección porque el Bass Museum, escoltado por dos largas hileras de palmeras a cada lado que llegan hasta sus puertas y a una cuadra de la playa, es un lugar excepcional.
Emplazado en un edificio art decó de los años 30 que, originalmente, fue una biblioteca pública, el museo es de por sí una pequeña joya. Está construido con esa piedra caliza de color claro, llena de hendiduras, típica del Miami de los años 40 y 50. John y Johanna Bass, dos coleccionistas de arte, donaron su colección a la ciudad de Miami Beach, que inauguró el Bass Museum en 1964. Pero si su arquitectura es interesante —fue renovado totalmente el año pasado para la feria de arte Miami Beach Art Basel— el lugar donde se encuentra es igual de singular.
Los ángulos curvos del museo, típicos de las estructuras art decó, se vislumbran desde lejos, al final del Parque Collins, una esplanada de césped poblada a sus costados por inmensos baobabs. Nadie recuerda quién plantó los baobabs, aunque algunos dicen que fue el propio John Collins, un granjero de Nueva Jersey que intentó cultivar cocos en un banco de arena al que después bautizaría con el nombre de Miami Beach. Como la agricultura no se le dio bien, se dedicó a vender terrenos, con lo que hizo una fortuna, y hoy la Avenida Collins lleva su nombre. Estos árboles africanos sagrados, que parecen patas elefante y están considerados por algunas culturas como el elemento que une la tierra con el cielo, envuelven al museo en un aura mágica.
Poco antes de que comenzara el evento, un variopinto grupo de unas 20 personas y niños de diversas nacionalidades hacía yoga al aire libre, a escasos metros de la entrada del museo, indiferente al grupo de artistas que empezaba a llegar para el evento.
Bass Museum Building El edificio del Bass Museum, donde un grupo hacía yoga, poco antes de que comenzara en su interior la ceremonia de los Premios Ellie.
Es difícil cuestionar el concepto de reconocer a los artistas locales, pero vale la pena preguntarse porque esto ha tardado tanto. En cuanto al edificio original que albergaba el Art Center, situado en el número 800 de Lincoln Road y que contenía los mosaicos de Carlos Alves, se vendió en 2014, treinta años después de su inauguración, por nada menos que 88 millones de dólares. Desde entonces, una compañía que es dueña de hoteles como el W South Beach lo está renovando. El centro artístico continúa operando en su otro edificio, en el 924 de Lincoln Road. Está en la misma calle, un poquito más abajo de donde estaba el principal, y es bastante más pequeño.
Algunos tienen la vaga esperanza de que esos 88 millones de dólares lleguen a manos de los artistas; otros, más realistas, saben que tener un lugar como el Art Center en pleno South Beach era un verdadero lujo asiático, que los intereses comerciales usan desde siempre a los artistas para renovar áreas indeseables para la mayoría de la población y que la posibilidad de que suceda algo así es como que te toque la lotería: un sueño imposible. Mientras tanto, siempre nos quedan los sueños de Edouard Duval-Carrié, capaces de transportar a cualquier humano a un reino que, diga lo que diga Carpentier, no es de este mundo.
El artista haitiano residente en Miami, Edouard Duval-Carrié, durante la ceremonia en el Museo Bass de Miami Beach, donde recibió el galardón principal de los Premios Ellie.
Brass Band La "5 Star Brass Band" inauguró el evento con música de Nueva Orleáns.