Andrés Manuel y el Colectivismo
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Según Harry C. Triandis, el colectivismo se diferencia del individualismo en que contempla una baja libertad, pero una alta igualdad, contando con un Yo interdependiente y compartido con los demás miembros de la sociedad.
He aquí una de las primeras trampas del colectivismo, que ha derivado en bodrios criminales como lo son el socialismo y sus vertientes: la igualdad. Y es que no es lo mismo la igualdad entre individuos que la igualdad de oportunidades. El socialismo y la gran mayoría de los movimientos de izquierda, han procurado igualar a los individuos siempre hacia abajo. Para el colectivismo, el individuo debe sacrificarse en beneficio del grupo -en este caso, la nación-, aunque en la práctica el sacrificado sea únicamente el de las bases, mientras que las cúpulas de estos sistemas suelen vivir en la opulencia, pues en el colectivismo se castiga el éxito y se premia “el servicio”.
La historia de nuestro país lo muestra en el imaginario nacional como un país siempre tendiente hacia el colectivismo, dejando fuera la farándula y las artes. No figuran como grandes héroes González Camarena, Neri Vela o Mario Molina, cuyos logros parten del esfuerzo y perseverancia individual, mientras sí lo son Zapata, Hidalgo y muchos otros, cuyo éxito y aportes surgen al destacarse ellos dentro de un esfuerzo o causa colectiva.
Esto explica el empoderamiento de las dos grandes caras del colectivismo en nuestro país -los sindicatos y los partidos- durante el siglo XX. No me malinterpreten; en sus orígenes, ambas instituciones sentaron bases para eliminar peores prácticas: la llegada al poder por medio de la violencia y el abuso a los trabajadores, símil de la esclavitud, por parte de sus patrones.
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El pasado lunes 16 de abril marcó un punto de quiebre en la elección presidencial. A partir de ese día, en mi opinión, se inició la caída de quién venía siendo el puntero en los sondeos. Por la mañana, un periódico de circulación nacional publicó las razones por las que no era viable construir refinerías, después un grupo de padres en Oaxaca se manifestaron a favor de la reforma educativa, pero lo que en verdad marcó la agenda de la semana previa al primer debate, fue la conferencia de prensa del hombre más rico de Latinoamérica, el ingeniero Carlos Slim. La conferencia resume el planteamiento de posiciones respecto al proyecto del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, explicando por qué -a su manera de ver- es la mejor opción y minimizando las supuestas desventajas. Hasta aquí, un duro golpe a uno de los pilares de la campaña de Andrés. El candidato tenía dos opciones: a) aceptar el posicionamiento de quién fue uno de sus principales aliados empresariales cuando fue jefe de gobierno, con un costo político enorme, pues para su feligresía el mesías no se equivoca; o b) integrar al ingeniero a la mafia del poder, descalificando sus dichos. Muy predecible, escogió la b).
[/vc_column_text][/vc_column_inner][vc_column_inner width=”1/2″][vc_single_image image=”12187″ img_size=”full”][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_row_inner][vc_column_inner width=”1/2″][vc_single_image image=”12186″ img_size=”full”][/vc_column_inner][vc_column_inner width=”1/2″][vc_column_text]Más allá de la declaración común de que Salinas había mandado a Slim o de que la mafia del poder lo estaba utilizando, me llamó la atención cuando declaró, tratando de minimizarlo, que el empresario estaba “defendiendo sus intereses”, refiriéndose al 8% de inversión que tiene en el proyecto. ¿Miente López? Claro que no. ¿Acaso hay delito o falla en que alguien legítimamente vele por sus inversiones? Su rebaño aplaudió con enjundia estas declaraciones, como siempre suelen hacerlo.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text]
No obstante los aplausos, me preocupa encontrarnos ante un candidato que parece querer eliminar el legítimo derecho al pensamiento individual, a los anhelos y éxitos ajenos al colectivismo, donde son las cúpulas –de este último- quienes indican qué y cómo pensar. Muchas de sus propuestas lo confirman: eliminar los exámenes de ingreso a las universidades; becas que premien la ociosidad bajo pretexto de alejar a los ninis de la delincuencia; marcha atrás a la reforma educativa para premiar al monstruo colectivo de la CNTE; o marcha atrás a la reforma energética, puesto que ésta favorece a empresas que invierten en tecnología e innovación, pero cuyo fin, suponen, favorece el lucro individual y no el colectivo.
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(Edición de textos: Cecilia Olaciregui Ruíz)
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