Una escritura desatada

Una escritura desatada

En el primer taller de narrativa al que asistí me señalaron que es preferible dejar los hechos reales fuera del relato con tal de conseguir verosimilitud —un diario no es verosímil, es real—. Me pareció una precisión extraña y un tanto obvia: por supuesto que la realidad no tiene la misma estructura que la ficción; ésta sí tiene, la primera no.

Reconsidero: tal vez no tiene en cuanto es vivida, pero después la percepción estructura lo exterior para comprenderlo, para conceptualizarlo, para volverlo palabras, para crear un mecanismo contra el miedo. Por eso, ayer mientras terminaba de leer la última novela de Clara Usón, me sorprendí al intuir que algo temerariamente no estaba en su lugar. Y me emocioné al percibir en retrospectiva que El asesino íntimo intercambiaba estructuras ficcionales, como las precarias películas serie-b y las cursis novelas de Corín Tellado, con la vida de los personajes, y viceversa: la biografía de la autora era dispuesta como el marco donde Sandra Mozarovsky podía seguir viviendo y actuando, y Ludwig Wittgenstein podía asistir a una fiesta en la Barcelona de los ochenta para acompañar al tocador a la protagonista, para que ésta se polveara la nariz y pudiera sentir, a fuerza de coraje, que sí, si tuviera algo que decir lo haría una y otra vez, no callaría y escribiría sobre todo de lo que no se puede hablar, hasta que sus palabras importaran y se volvieran necesarias.

Porque Usón hizo de su libertad una novela sobre los últimos años del franquismo y los primeros de democracia, sobre las sutiles diferencias entre la generación de su madre y la suya, que en algún punto giran en torno al cuerpo de las mujeres, su control y recuperación por las mujeres españolas de la Transición; sobre la libertad de elección, y sobre cómo sabotear las concepciones que se tienen de lo que debe ser una novela, o debe ser una persona que intenta liberarse de todo, de tanto. Todo escribiendo sobre su muy cercana relación con el suicidio y, como de pasada, sobre su madre —aunque cuando uno llega a un determinado momento sabe que no—, no hay nada fuera del previsto desorden de la novela y que Clara escribió soterradamente una hermosa carta de agradecimiento a su mamá, y a Sandra que murió de franquismo, a pesar de que ella misma sepa que a veces no es posible agradecer lo suficiente sin que esto se malentienda o la muerte se atraviese antes.

El asesino íntimo

Clara Usón

Seix Barral, 2018

Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2018, FIL México.

Las reseñas de esta novela suelen enfocarse en la investigación que hace la autora sobre Wittgenstein, y sobre el caso de la actriz Mozarovsky, que fue amante del rey Juan Carlos, quería ser actriz internacional y lo único que conseguía eran papeles en España donde inevitablemente le pedían que se desnudara. Pero más allá del chisme propio de las revistas de corazón, Usón escribió sobre cómo la vida de esa joven fue tomada por una verdad que se ocupó de crear otra verdad para protegerse, creando sesgos, aprovechando la confusión entre hechos y opiniones, para ocultarse a sí misma, para generar más terror, más verdad, más nacionalismo.

Hoy, releo y corrijo lo que escribí ayer. No encuentro dónde acomodar una cita muy bella; estas son las palabras: “Somos tiempo, nada más, y un tiempo escaso”.

Esa cita me provoca pensar que tal vez nadie pueda prepararnos para apreciar la felicidad de las palabras, que es la felicidad de la vida, ni para ese sentimiento que, tras sortear una superficie negra y opaca donde uno puede entreverse, llega con el final de la novela de Clara Usón. También pienso que ella fue joven en una época en la que el futuro era también joven y nuevo, y llevaba consigo la posibilidad de la autoinmolación. A nosotros, que vivimos en una época de pura verosimilitud, nos toca imaginar otro; como dice Danilo Kiš: “Sólo cuando uno ya no tiene nada que perder, empieza a escribir”.

22 de abril de 2019, CDMX.

SHARE
sobre el autor

Pierre Herrera

Pierre Herrera (Morelia, 1988). Artista textual. Ha publicado: Pero quién es el soñador, Sueños, Objetos no identificados, Dafen: dientes falsos, Loop: una novela postcursi (junto a David A. Martínez); entre otros textos. Fue parte del Seminario del Producción Fotográfica del Centro de la Imagen y del programa de escritura de la FLM. Ahora estudia un doctorado en teoría literaria por la UAM-I y es editor de Broken English.

Publicación Anterior

Siguiente publicación

Deja una respuesta