Sentido del humor y reciclaje (Weezer y su Teal Album)
Es curiosa la relación que tenemos con los grupos que tocan covers. Por un lado, son despreciados por muchos, no sólo por los críticos de música, incluso por otros músicos. Por otro, son la gran mayoría, los obreros de la música. Y quienes satisfacen las necesidades del público cada fin de semana.
Hasta los músicos que tocan covers desprecian a los grupos que hacen covers.
Los músicos semiprofesionales, por lo general, encuentran en los covers una manera de ganarse la vida. Pero vamos más allá, los profesionales hacen lo mismo de vez en vez. Muchos de ellos dedicaron horas enteras a interpretar sus canciones favoritas. Lo más común que podemos encontrar, es que los compositores incluyan aquí y allá guiños de canciones que no les pertenecen cuando están creando. ¿Acaso no es la música popular una forma de reproducción infinita? Quiero decir que en la semilla misma de la música se encuentra la necesidad de visitar una y otra vez los sonidos ajenos que significaron algo importante para cada creador.
Así, aunque los grupos de covers sean vilipendiados, en realidad satisfacen varias necesidades musicales que los grandes grupos no pueden hacer.
La primera, es acercar la música en vivo a todo mundo. El argumento es sencillo, la gran mayoría no puede asistir a conciertos de los grupos o solistas que ama. Es claro que cualquier ciudad mediana tiene varias decenas de músicos que se dedican a suplir esta necesidad.
La segunda, tiene que ver con el aprendizaje de los músicos. No existe mejor forma de mejorar, tanto técnica como creativamente, que repasando lo que hicieron otros. La repetición cada de fin de semana de un repertorio más o menos similar permite la perfección de las habilidades musicales.
La tercera necesidad que observo, es, por supuesto, que los músicos deben vivir de algo. Si te haces llamar músico, pues tocas. Y esa será siempre la mejor forma de sobrevivir que conocen. Algunos cuantos tienen una gran vida, no es suerte, seguro trabajaron por días y días para obtener el privilegio de crear música original y vivir de ella. Pero no es posible que todo mundo haga lo mismo. No hay manera, deben existir también los intérpretes. Incluso, los músicos que viven de componer saben que gran parte de su éxito no depende sólo de cuánto venden o cuántos conciertos masivos pueden conseguir al año. Están conscientes de que su música debe reproducirse de múltiples maneras. Una de las mejores formas es a través de músicos semiprofesionales o profesionales que se dedican a tocar covers.
Sobre todo, los músicos tocan covers porque los disfrutan. Es algo que no terminan de comprender los críticos musicales. Tal vez, porque la mayoría no son músicos.
Hace unas semanas, la banda californiana, Weezer, sacó al mercado un disco compuesto únicamente por covers. Las críticas que se pueden encontrar en la red apuntan a una gran decepción de quienes esperaban un álbum que cumpliera sus expectativas insatisfechas desde el 2014, cuando el grupo lanzó Everything Will Be Alright In The End. En lugar de eso, Cuomo y compañía decidieron jugar un poco y el Teal Album apareció alargando la broma que fue tocar en vivo y después en estudio Africa, la exitosa canción de Toto.
Al parecer, los Weezer se divirtieron tanto que decidieron continuar con el chiste y salió un álbum completo.
Repleto de éxitos de los setentas y ochentas, principalmente, Weezer ha creado un disco que puede poner de buen humor a quienes entendemos el chasco y muy enfurecidos a quienes desprecian la forma en que funciona el pop.
He repetido esto una y otra vez, pero debemos partir del hecho que el tronco de la música popular está afianzado sobre el reciclaje. Quiero decir que las raíces del pop siguen alimentando cada uno de las ramas del abundante follaje del pop.
Esto, que parece una idea obvia, cuando aparecen discos como el de Weezer se olvida en aras de alabar la originalidad como la única forma de expresión artística.
Lo que hizo Weezer es la forma de nostalgia más sana. En lugar de radicalizarse y afirmar que todo tiempo pasado es mejor, el grupo decidió sublimar la necesidad de voltear al pasado. Lo hace sin desear el retorno de todo el pasado, sino, a través del humor, reconoce que los ochentas ya quedan muy lejos y prefiere ver hacia atrás en medio de una ensoñación. No estamos, pues, ante una obsesión retro inconsciente, sino ante un grupo que decidió estirar una broma hasta donde pudo y siguió siendo simpático.
Por otro lado, una de las críticas que ha recibido el grupo es que reprodujeron las canciones, una por una, casi idénticamente a como fueron tocadas por los grupos originales y que eligieron el repertorio más obvio de la historia del rock pop.
Primero, es falso, existen pequeños detalles, giros musicales aquí y allá en las canciones que desmienten tal afirmación. No debería extenderme en este tema, pero escúchese No Scrubs, original de TLC y que aquí canta Rivers Cuomo. Para un escucha poco atento, pareciera que el grupo no inventa nada. La canción sigue el orden creado por el trío original que lo llevó a la fama. Pero, poniendo atención, se pueden encontrar las aportaciones originales de Weezer. Ya no estamos ante un R&B, la cadencia sabrosa se ha perdido y un ritmo machacón, rockero ha ocupado su lugar. Acá y allá aparecen guitarras distorsionadas. Cuomo no hace el ridículo y decide no hacer el rap original. Finalmente, la canción cierra en su punto más alto, en lugar de diluirse como sucede en la versión de TLC. Es la misma canción, sin duda, pero vista desde otro lugar, justo como se espera que debe ser un cover.
Segundo, las canciones elegidas por Weezer son las más obvias que ocupan el imaginario colectivo pop. Es verdad, pero justo hacer eso fue un paso arriesgado, que logran sortear gracias a las habilidades, no tanto de cada integrante, sino como conjunto. Los pequeños giros a cada canción, los cambios casi imperceptibles pero que ahí están, aunque no se les ponga atención, permiten que el disco fluya sin vergüenzas ajenas, ni agujeros innecesarios.
El pop y el rock son productos que requieren del reciclaje constantemente, desde su nacimiento han recurrido al pasado para reinventarse. La tradición de esta música se encuentra en constante evolución. Los covers son parte fundamental de su existencia. Lo que hizo Weezer es sólo poner un ejemplo de lo que debería aspirar a hacer los grupos que se dedican a tocar canciones de otros. Pero los críticos no lo comprenden y gritan: “fiasco”, a la primera oportunidad.