Queen. Una Noche en la Ópera
“Cualquier estratega que se diga a sí mismo inglés, sabe que la casi impunidad que tiene la reina en el tablero, no es una casualidad…”
Arthur ConanDoyle
-Su Última Reverencia.
Las Múltiples Voces de un Solo Hombre
“But I’m just a poor boy and nobody loves me,
He’s just a poor boy from a poor family,
Spare him his life from this monstrosity…”
Todos, o por lo menos todos los que crecimos de este lado del mundo, tenemos estas voces. esta cita que se lee arriba, ya sea en nuestro consciente o inconsciente, y así en el inconsciente colectivo occidental. Puedo apostar a la reina de la Gran Bretaña sin ser su súbdito una botella de Whiskey, que incluso aquellos que no saben que estas voces brotan en una melodía conocida como Bohemian Rhapsody, y que podría ser considerada una de los himnos nacionales no oficiales de Inglaterra, la han tarareado o chiflado en algún momento de su vida.
Bohemian Rhapsody aparece en el álbum A Night at the Opera (1975) y sembró un canto algo en el siglo XX que perdura hasta hoy; y aún siendo el tema más conocido de Queen, puedo asegurarles que es un pequeño canapé de lo que esta legendaria banda logró:
Su magnífica obra: una noche de ópera.
Bienvenidos a la ópera
“So you think you can love me and leave me to die?”
No hablaremos de Mercury y su banda como el hito de la liberación sexual en el mundo del Rock que fueron (ya muy gastado),; tampoco hablaré de Farrokh Bulsara, quien naciera en un pequeño protectorado británico en África, descendiente de trabajadores diplomáticos en la India, en aquel entonces británica; su sexualidad y su origen étnico no son relevantes (aunque una pueda ser tomada como origen de su sensibilidad y el otro fisiológicamente por su caja torácica), lo que es relevante es que desde pequeño sus maestros prácticamente forzaron a sus padres a que lo metieran en escuelas de canto y actuación pues tenía un talento supremo.
Tomando un trago antes de entrar al teatro, es importante mencionar que estamos hablando de múltiples voces respondiéndose entre sí, y las cuales brotan de la dulce y poderosa garganta de un solo actor en una gran puesta en escena; las múltiples voces que todos tenemos dentro discutiendo entre sí. aquí son magníficamente cantadas y aclaradas por un solo hombre:
Freddie Mercury.
Con Queen, Mercury culminó lo que artistas que lo precedieron como The Who, Roxy Music, y otros grandes habían comenzado:
Convertir un concierto de Rock en una noche de ópera…
Y Así, aunque Mercury y sus múltiples “personajes”: desde Superman, Flash, Gordon o la mismísima Majestad, fue el protagonista, las composiciones y la guitarra de Brian May (algo de lo clásico del futuro en los años 70) y, aunque como actores de reparto en realidad, Robert Taylor en la batería y John Deacon en el bajo.
Las Profecías de la Reyna
“Gente de la Tierra, escuchen las palabras dichas por el profeta; hay una tormenta formándose aquí, escuchen a los sabios, el amor sigue siendo la respuesta tomen sus manos…”
Brian May.
Tras pasar en menos de 20 minutos de “Glam / Progressive” Rock, el Rag-Time (Lazy on a Sunday Afternoon ), y de paso inventar parte del Metal (Death On Two Legs), el también astrofísico Brian May y compañía del hombre de las mil voces, la ópera nos lleva a The Prophet’s Song, mucho antes de que la aguja llegue a Bohemian Rhapsody.
“Oh! People of the Earth! Listen to the warning theseer he said…”
La actuación de Mercury fue siempre iconoclasta e imponente; su infinidad de voces, colores y formas: desde el joven londinense común y corriente, pasando por el As de las cartas e incluso la Reina de la Gran Bretaña, ocuparon el espacio que todos los personajes de una ópera hubieran necesitado.
Abusando de su poder, la Reyna se avanza en el tablero haciendo musicalmente lo que proyectos como Rush, Dream Theater, Toole incluso artistas de la talla de David Bowie harían en el futuro…
“Ah! People can you hear me? And know I know that you can hear me!”
Tras un acorde potente y a la vez dulce de guitarra, Mercury está en el centro del escenario. Él calla y sin embargo múltiples voces se escuchan, todas ellas provenientes del mismo hombre, las múltiples voces que todos tenemos dentro discutiendo aquí son magníficamente cantadas por él…
La canción de todos los profetas se escucha gracias a las múltiples voces del mismo hombre, y al mismo tiempo le hablan a cada uno de los “nosotros” que somos existiendo solos…
Las múltiples voces que todos tenemos dentro discutiendo entre sí callan y son, por fin, escuchadas.
El clímax de la obra llega para, tras un acorde potente y a la vez dulce de guitarra, Brian May callar para ser escuchados.
Anyway the wind blows
Love of my Life, el inevitable romanticismo inglés; una triste y hermosa balada hecha de miel londinense helada es derramada y comienza el principio del final de la ópera.
Como toda ópera, la historia de este chico común londinense que (por lo menos metafóricamente) que se suicida al aceptar su homosexualidad, debe terminar tras la gran despedida; tras escuchar el álbum completo comprendes que Bohemian Rhapsody no era sólo aquel canapé sino el inevitable, fino y potente final de la obra.
La Reyna se despide bajo las luces del Glam Rock.
Sus súbditos gritan…
Se cierra el telón.