Mixar perspectivas
El tiempo y todos en mi interior

Mixar perspectivasEl tiempo y todos en mi interior

Ay, háganme una tumba larga, ancha y profunda y pónganme una lápida de mármol sobre la cabeza y los pies, y en el centro, una tórtola, Para que el mundo sepa que morí de amor.

La canción de la bolsa para el mareo – Nick Cave

Estoy esperando que una camioneta venga a recogerme, estoy al lado de la carretera, el cielo está nublado y parece que quiere devorarme, tentáculos enormes surcan desde arriba, tentáculos de Cthulhu, con sus ventosas y puntas ondulándose hacia mí. Me arrojo al interior de la camioneta, extraigo una servilleta de mi bolsillo, una servilleta roída, interminable, que no acaba de emerger del todo de mi pantalón. Escribo en ella sobre aquel niño a la orilla del río, aquel niño que fue Cave alguna vez, aquel niño que fui yo, en Louisville, Kentucky, en el High Trestle Trail Bridge, en el Coyuca de Benítez, en Zihuatanejo. Escribo sobre aquel niño que quiere saltar al vacío. Así es como comenzaré la reseña de La canción de la bolsa para el mareo de Nick Cave.

Una ballesta al corazón, directo al centro, una caricia, una felación, la más dulce, la más fina, la más húmeda. Ni mil ninfas al unísono, hincadas, frente a mi pene, mejorarían sus trazos, sus letras. Es una ballesta, una jara, una saeta asesina, hedonista. Una fiesta lenta en donde el vómito es lo demás. Una serie de escenarios volcados en todo tipo de bolsas para el mareo. Situaciones disfrazadas de dragones enfermos que mueren en un hotel por la noche, de pequeños e interminables hilillos que salen de la manga de un saco oscuro, tan oscuro como la muerte o la vejez, o un tinte negro que no deja de brotar del cabello húmedo en un metahotel, en una metaciudad, en una metagira, la gira de las bolsas para el mareo.

Bolsas de mareo del British Airways, del Delta Airlines, del Air Canada, del Alaska Airlines, del United Airlines, escarcelas de todo tipo, funcionales y disfuncionales, que se abren como un diario, que se complican para escribir en ellas, que son lindas, que son horripilantes, que son como tú o yo, o un libro abierto, como diría Gerardo Reyes “El amigo del pueblo”: escribe en mí, ¡te necesito!

El libro, publicado en México y España por la editorial Sexto Piso, funciona de igual manera como un anecdotario, un cúmulo de crónicas, o una novela espesa, una novela que sobrepasa el género, que lo reinventa, una gesta que se escribe y se contiene en cutres bolsas para el mareo, que es el asco mismo, que es el vómito, el vértigo. Un Nick Cave desnudo se pasea por ella, sin egos, los del artista, sin ropas, las del cantante, sin micrófonos, solo con las pequeñas bolsillas que todo el mundo deshecha, con sus monstruos dentro. Una desnudez que se agradece, un despojo que está ahí para que te masturbes sobre él, para que observes, como a través de un cristal limpísimo, de un microscopio que nos permite conocer las bacterias en el expelo. Veintidós bolsas de mareo, veintidós realidades, veintidós ciudades, comenzando en Nashville y culminando en Montreal, pasando por Seattle y Nueva Orleans. Textos en donde la tristeza y la entelequia se hacen presentes, la soledad en los hoteles, la mala comida, las tintorerías, el alcohol, la masturbación y las listas para hacer cualquier cosa, los decálogos, los libros de autoayuda y los consejos, las sabias lecciones.

Todo está ocurriendo y ya ha ocurrido y volverá a ocurrir. Todo lo que existe ha existido siempre y seguirá existiendo. La memoria es imaginaria; no es real. No se avergüencen de su necesidad de crear; es la parte más bonita de sus corazones. El mito es la verdadera historia. No dejen que les digan que no hay monstruos. No dejen que los hagan sentir idiotas porque son felices jugando con su linterna en la oscuridad. El mundo místico depende de ustedes y de su tolerancia a lo absurdo. ¡Sean fuertes, queridos míos, y crean …

La poesía nunca se ha sentido tan reconfortable, tan en su casa como en La canción de la bolsa para el mareo. Neil LaBute, director de Dirty Weekend ha dicho que Cave escribe novelas igual que escribe sus letras, con trazos de sangre, azufre y relámpagos. Golpea mente y corazón y es capaz de hacer que sus lectores se arrodillen. Pero eso es falso, es el mismo Cave quien se ve arrodillado, entregado frente al espíritu, recostado en una camilla, en una cirugía a corazón abierto, una apertura de mente sin precedentes en el mundo de la música, y, sobre todo, de la poesía.

Libro objeto, fetiche, tabú, Biblia, anecdotario, la canción para la bolsa de mareo es imprescindible, valorado libro de cabecera, catálogo, prontuario, poemario, un libro que viene a rellenar el vacío de la literatura ecuménica, de la poesía, de la gallardía, de un mercado editorial en donde sobran los cobardes, “el crítico es la verdadera voz de nuestra naturaleza despectiva. Es el pregonero de nuestras creencias íntimas”.

El cielo se ha despejado, voy en la camioneta hacia el fin del mundo, he terminado de escribir sobre el pequeño que mira al vacío, ese niño que somos todos decide saltar por fin, y Cave, y tú y yo nos convertimos en uno solo.

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sobre el autor

Mixar Lopez

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