Las Ligas Menores. Lo fugitivo permanece.
[vc_row][vc_column][vc_column_text]
Cruzamos la avenida, con nuestros uniformes escolares. El sol de mediodía hace que su cabello claro brille igual que su sonrisa, de manera perfecta. Su falda celeste y sus piernas de calcetas blancas persisten en mi memoria con una intensidad y claridad que me asombran. Yo transpiro tanto que mi camisa sucia se humedece y me alejo un poquito de ella por temor a que mi sudor la incomode, pero ella asiente y ríe con mis payasadas y comentarios estúpidos. Justo cuando hacemos un silencio y sus ojos color miel me traspasan como fuego, yo bajo la mirada. Y no pude decir una palabra, no pude tomar su mano, no pude…
“¿Acaso vos me elegirías?…”
La luz del semáforo cambia a verde y el recuerdo se desvanece abruptamente, pero no así la canción que suena en el auto. Son Las ligas Menores. Y aunque esta noche de febrero esta tan fría y nublada, su música me toca como una brisa ligera y tibia. Es que su disco homónimo, lanzado en 2014 bajo el sello discográfico Laptra, es uno de esos especímenes cada vez más raros en estos tiempos: un disco de larga duración que se deja escuchar completo y que hace que al final del último tema, uno presione el play para escuchar el disco de nuevo. La candidez y sintonía que permea en las 13 canciones que lo componen, logran crear una especie de oasis que se traduce en armonías que enganchan y versos salpicados de nostalgia; todo esto arropado en un pop rock alternativo – si es que dicha expresión tiene algún significado en nuestros días- que resulta llamativo y placentero al oído.
Formados en Caballito, un barrio ubicado en el centro de Buenos Aires Argentina, Las Ligas Menores logran un sonido que recrea fotografías –más que historias- de instantes de relaciones de amor, caminatas por las calles, días de enamoramiento y desenamoramiento.
La voz de AnabellaCartolano (guitarrista y vocalista) teje con desenfado oraciones sencillas y directas que me remiten irremediablemente al amor de secundaria y a las tardes adolescentes aburridas, con tal encanto que las canciones se adhieren suavemente a las ondas cerebrales quedándose ahí, haciéndome tararearlas al instante.
No por nada esta banda compuesta casi totalmente por chicas (solo la segunda guitarra está a cargo de Pablo Kemper, quien también es vocalista y compositor) llamó la atención de Santiago Motorizado, el vocalista y bajista de los ya reconocidos El Mato A Un Policía Motorizado, quien en 2011 las eligió como banda revelación. Esto sin mencionar que en 2017 estuvieron en Coachellla, uno de los festivales más importantes no solo de Estados Unidos sino de todo el mundo.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=”40″][vc_single_image image=”11783″ img_size=”full”][vc_empty_space height=”40″][vc_column_text]
El disco abre con Renault de fuego, una movida y pegajosa canción con un estribillo que engancha a la primera oída: “La pasó a buscar en su nuevo Renault fuego, sonaban los planetas y la furia de la autopista…” La referencia a los monstruos españoles ya da algo de luz sobre los sonidos en los cuales abrevaron Las Ligas Menores.
El bajeo preciso y la batería sencilla y contundente con los que inicia A 1200 Km, complementan de manera perfecta el fraseo suave de la letra. De nuevo el coro envuelto entre los teclados y el ataque enérgico de la guitarra, logran dotar a la canción de una hermosa nostalgia.
El beat twist 4/4 en Gran Ciudad y el delay en la guitarra, hacen de ésta una canción bonita aunque para ser honesto, extrañe un poco la voz de Anabella. El Baile de Elvis irrumpe inmediatamente después con una urgencia que evoca la ansiedad preparatoriana, y de nuevo la sencillez de la letra enraizada en una melodía que pareciera ir brincando entre la música de un baile escolar (“Si te pido que bailes no me importa que no sepas, solo te quiero ver escondiendo tu timidez…”) logran capturar una instantánea mental, un recuerdo que, incluso si es falso, es genial.
En Europa, la voz corre a cargo de la bajista MariaZamtlejfer, y es una canción de hechura pop simplemente excelsa. La pregunta que flota en su coro está pintada de una tristeza que denota la necesidad de auto convencerse de que las cosas irán bien, a sabiendas que no es así.
Accidentees mi canción preferida de Las Ligas Menores; la canción de este grupo que yo recomendaría escuchar primero. Hay en ella una magia y una inocencia que remite al buen rock pop de los noventa; se puede encontrar en ella el rastro de Daniel Jonhston, el lado alegre de ThePixies, la voz que lanza un guiño a Los Punsetes, pero, sobre todo, la melodía es el viento fresco de marzo que avisa la llegada de la primavera. Puro y exquisito pop rock independiente. Sus 2:29 minutos solo hacen que uno quiera escucharla una y otra vez.
Tema 7 yHoy me espera son de esas canciones para bailar solo en la habitación y hacer como que se toca la batería. Una alegría manchada de melancolía y unos acordes para ver el lento transitar de las nubes en el cielo.
Crecerbien podría ser un tema proto-punk: “¿De qué me sirve quejarme, si siempre es lo mismo?…”, canta Anabella con un dejo de decepción.
Al escuchar Tibetme surge la duda de si la canción me hubiera gustado más interpretada por Cartolano o María Zamtlejfer. A mi parecer, es el único tema flojo del disco.
El punk se asoma de nuevo en Miércoles y en Avenida principal, con sus acordes cercanos al bolero, y de nuevo se retoma el hilo pop que enlaza todo el disco.
La última canción del álbum, 29 de Septiembre, un tema pausado y algo triste, me hace cerrar los ojos e intentar transportarme a un lugar plácido, sin claxons ni semáforos cambiantes, sin prisas ni gente corriendo.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=”40″][vc_single_image image=”11784″ img_size=”full”][vc_empty_space height=”40″][vc_column_text]
Las Ligas Menores lograron crear un disco que rezuma honestidad y actitud independiente, y sobre todo lograron un álbum de canciones hermosas, una colección de piezas memorables que reivindican la comunión entre pop y rock -¿es que alguna vez estuvieron separados?- y que hacen que escuchar cada canción sea como ver una estrella fugaz atravesar el cielo nocturno.
“Lo fugitivo permanece y dura”, dijo Francisco de Quevedo, y es así que en la brevedad de las canciones de este disco (la mayoría de las canciones no sobrepasa los 3 minutos de duración) reside una belleza concisa que me deja con las ganas y el entusiasmo de escuchar más de esta banda. Por fortuna, todo parece indicar que este 2018 Las Ligas Menores estarán lanzando su segundo larga duración.
Su nombre es Ileana y jamás le dije cuanto me gustaba. Me pregunto si en ese entonces ella me hubiera elegido. Se me dibuja una sonrisa en el rostro sabiendo lo estúpido que suena a estas alturas esa idea.
Arranco el auto y comienza a sonar de nuevo Renault de fuego.
[/vc_column_text][vc_empty_space height=”30px”][vc_column_text]
(Edición de textos: Cecilia Olaciregui Ruíz)
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]