La Biblia Roja de Avantist
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“Comienza con tu nombre: ¿Dónde vino el mesías? Te diré, caminando en círculos tal vez llegó a Plymouth Rock…”
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La Biblia no es la palabra de Dios. No, no lo es. De hecho aquí tengo tres diferentes Biblias: la primera dice Versión del Rey James, la segunda dice Versión de Erasmo de Rotterdam y la tercera dice versión de AntonLaVey.
Tengo una más aquí: la versión de Avantist.
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Ilustración por Master Correopola
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Plymouth Rock, dijo uno de los hermanos Arias. Es ahí donde debemos buscar nuestra música: de entre la niebla y las almas perdidas. Y es que como sucede a lo largo de la historia del Rock, sólo las almas perdidas son encontradas; y con ello, un álbum es leyenda, es un salmo o una historia horriblemente hermosa.
Fue ahí, en Plymouth Rock donde los peregrinos puritanos ingleses, escoceses y holandeses desembarcaron y comenzaron -amando y matando- a construir el sueño (o la pesadilla) que hoy son los Estados Unidos de América.
Ahí, en ese lugar siempre entre neblinas; ahí, donde otros grandes como Edgar Allan Poe y Walt Whitman encontrarían a las almas perdidas, los miembros de Avantist, acompañados por el maestro Adrian Terrazas (TheMarsVolta) encontraron las suyas y las hicieron gritar.
Palabra de Avantist.
Te alabamos, Rock, nuestro Dios.
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Adrián Terrazas, maestro del saxofón, de origen mexicano. Miembro de la legendaria TheMars Volta y ZechsMarquise.
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No voy a detenerme en tratar de etiquetar lo que se dice en este evangelio. Muchos dirán Avant Metal, Post Rock, justo del mismo modo en que intentaron interpretar, no sólo todas las biblias, sino como grita la banda en el primer track del álbum: “Conquer”, pasando por supuesto por “Red Bible” (liturgia leída por el gran Adrián Terrazas) derramando después el “Veneno” de la vanguardia al punto de que -como comenté- etiquetar lo que esta banda hace es tal vez hasta ridículo.
¿No es irónico? Es decir, los peregrinos, todos puritanos, llegaron guiados por una piedra a poblar un lugar asesinando a sus habitantes; un lugar cuyo nombre pareciera en el siglo XXI el de un muy buen bar de Rock en Baltimore, Boston o Nueva York.
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Desde su nombre: Avantist, ya están determinados a ponerse en el trono del padre y ser ellos quienes se adelanten a dar, con este álbum, un poderoso sermón.
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